Marisa Mori

Marisa Mori

Marisa Mori, en el registro Maria Luisa Lurini, nace en Florencia el 9 de marzo de 1900. En 1918 se traslada con la familia a Turín, donde se acerca a la pintura como autodidacta, alentado por el escultor Leonardo Bistolfi, amigo de familia. En esos años en Turín estaba activo Felice Carena y la Mori, después de haber visto algunos de sus retratos se entusiasma con ese tipo de pintura y decide frecuentar sus clases entre 1925 y 1931, para después convertirse en asistente en los primeros años treinta cuando Casorati abre una escuela de verdad. En 1926 participa a la Exposición de las vistas de Turín en el palacio Bricherasio junto al grupo de los estudiantes de la escuela de Casorati, de la cual formaban parte también Nella Marchesini, Daphne Maugham, Paola Levi Montalcini y Lalla Romano. En la capital piamontesa forma parte de varias ediciones de las exposiciones organizadas por la “Promotrice di belle arti del Valentino”, participa en la IV “Quadriennale” de Turín; por lo tanto estará presente en las “Sindacali” del 1929, 1930, 1931 y 1932.

Entre 1931 y los inicios de 1932 Mori conoce Tullio Mazzotti y Fillia, entrando en contacto, de este modo, con el grupo de los futuristas.

En noviembre de 1931, en Chiavari, participa en la Mostra futurista di pittura e scultura e arti decorative con una serie de cerámicas ideadas por ella y producidas por la empresa Mazzotti de Albisola. En 1932 su adhesión al futurismo se consagrada por la intensa actividad expositiva conducida junto al grupo de los futuristas liguro-piamonteses de la segunda generación.

La paréntesis turinesa se concluye en 1932 cuando vuelve a Florencia seguido por el marido, con el que entra a formar parte de los Grupos futuristas de iniciativas dirigidas por Antonio Marasco. Al mismo tiempo inicia a pintar cuadros inspirados al mito futurista de la radio y de la escucha radiofónica.

En 1933 en la I Mostra futurista de tramoya cinematográfica, en la galería Bardi de Roma, obtiene la medalla de plata por la “Sintesi dell’isola d’Elba”, que sin embargo no será nunca rodada.

El interés por el teatro y el cine la lleva a inscribirse, hacia la mitad de los años treinta, en la escuela de recitación de la Accademia dei Fidenti en Florencia, en la que, en la postguerra, se convierte en enseñante de historia del vestido. Contribuirá también en la colocación de la “Cucina futurista” de Marinetti y Fillia.

En abril de 1934 expone su primera exposición personal en el espacio Bragaglia fuera comercio de Roma. Siempre en la compañía futurista forma parte de la “Quadriennale” nacional de Roma en los años 1931, 1935 (“Ritorno alle colonie marine”) y 1939 (“Concerto di fabbrica sulle Apuane”).

Buscando un constante equilibrio entre elementos abstractos y figurativos, no abandonará nunca totalmente la identificación naturalista de los sujetos, pero somete las formas a una descomposición cubo-futurista privilegiando los ritmos curvilíneos.

Al finalizar los años treinta, en neto desacuerdo con la emanación de las leyes raciales, hospeda a Rita y Gino Levi Montalcini, del que aprende una técnica de dibujo calcado, hecha por el mismo, que ha usado por un largo período en sus obras. Justo en estos años pone en discusión su relación con el futurismo y después de la muerte del marido, sucedida en 1943, abandona definitivamente el movimiento marinettiano para volver hacia una figuración de matriz clásica y naturalista, recuperando temas casoratianos, como el retrato, las naturalezas muertas, las máscaras, y desnudos.

En 1951 presenta la pintura Studio per il ritratto de Vera Zalla en la VI “Quadriennale” nacional de Roma, después seguirá una vida retirada, exponiendo raramente y casi exclusivamente en las muestras de pintura femenina patrocinadas por el círculo cultural florentino Lyceum. En esta última fase de su búsqueda pinta sobretodo figuras humanas, paisajes al natural o naturalezas muertas, participando a numerosos concursos de pintura inmediata.

Muere en Florencia el 6 de marzo de 1985.