Gino Severini nace en Cortona el 7 de abril de 1883.
Se traslada a Roma en 1899, donde frecuenta la escuela vespertina de dibujo; en la capital conoce a Umberto Boccioni, junto al cual frecuenta el estudio de Giacomo Balla que lo inicia en la técnica divisionista. En 1906 se establece en París, donde entra en contacto con los círculos de la vanguardia artística y literaria, ligándose en particular a Pablo Picasso y Modigliani. Inicialmente orientado al estudio de Seurat, con vistas y paisajes de París, se dirige después, entusiasmado por las ideas futuristas y por la poesía de Jules Romains, hacia soluciones formales que tienden a convertir el sentido del movimiento cósmico (Danza del Pan Pan en Mónaco, 1909-11). Entre los firmantes del “Manifesto della Pittura Futurista”, sirve de intermediario entre el ambiente parisino y el grupo futurista.
En 1912 incita a Umberto Boccioni y Carlo Carrà a ir a París, donde colabora en la realización de la primera exposición futurista en la Galería Bernheim-Jeune. Seguidamente participa en las sucesivas exposiciones futuristas en Europa y en los Estados Unidos.
En 1913 en Londres, en la Marlborough Gallery, se prepara la primera exposición personal que sucesivamente se presenta en la galería Der Sturm de Berlín.
Después de una breve estadía en Italia (1913-14), vuelve a París y produce una serie de trabajos interpretados según un estilo cubo-futurista, una serie de obras inspiradas en el orfismo y en el cubismo sintético.
A partir de 1921, año en el que publica el tratado «Du cubisme au classicisme», Severini pasa de una estética cubofuturista a una pintura que se puede definir neoclásica con influencias metafísicas, traducción de un sentir difundido en todo Europa después del grande trauma del primer conflicto mundial.
Esta evolución clasicista regresa plenamente en aquella tendencia, en su interior muy variada, definida retorno al orden. Desde los años veinte después de una crisis religiosa, culminada en 1923 con la plena adhesión al catolicismo, Severini tiende a abandonar la pintura de caballete para dedicarse a la decoración mural, tratando el fresco y el mosaico con temas de arte sacro, en particular para las iglesias suizas de Semsales y La Roche.
En 1923 está presente en la Bienal romana y seguidamente participa en dos exposiciones del movimiento artístico Novecento en Milán (1926 e ’29) y una en Ginebra (1929). A principios de los años treinta se traslada a Roma, donde participa en la “Quadriennale” en 1931 y en 1935, año en el que gana el Gran premio para la pintura.
Establecido desde 1946 en Meudon, Severini vuelve a la abstracción geométrica, recuperando temáticas y modos de inspiración cubista.
Después se traslada definitivamente a París, donde tendrá una cátedra de mosaico con Riccardo Licata como asistente.
Muere el 26 de febrero de 1966.