Alberto Martini, pseudónimo de Alberto Giacomo Spiridione, nace el 24 de noviembre en Oderzo (Treviso). En 1879 se traslada con la familia a Treviso donde el padre enseña dibujo en el Instituto Técnico Riccati. Entre 1890 y 1895 bajo la guía del padre, descrito por Vittorio Pica como su único y estimado maestro, inicia a pintar y dibujar. Durante los años de formación Martini realiza innumerables dibujos, ya revelando una particular predilección por la gráfica. Se dedica también a acuarelas y témperas de pequeño formato gracias a las cuales alcanza los primeros resultados válidos. En 1895 inicia la primera serie de ilustraciones con pluma en tinta china para el “Morgante Maggiore” de Luigi Pulci, que, sin embargo, abandona pronto para dedicarse a las ilustraciones para la “Secchia rapita” (1895-1935) de Alessandro Tassoni. En 1896 inicia a ilustrar el ciclo gráfico para el “Poema del lavoro”. En 1897 expone en la II Bienal de Venecia 14 diseños para “La corte dei miracoli” que el año siguiente serán presentados en Mónaco y en la Exposición Internacional de Turín junto a los dibujos para el “Poema del lavoro”. En 1898 Martini se instala en Mónaco y trabaja como ilustrador para las revistas “Dekorative Kunst” y “Jugend”. Resulta determinante la primavera de aquel año, el encuentro del artista con Vittorio Pica en ocasión de la Exposición Internacional de Turín. A partir de aquel momento será el notable crítico napolitano a apoyarlo, proponiendo su arte en ámbito italiano y europeo. En 1901 realiza el primer ciclo de 19 dibujos en pluma acuarelados para la edición ilustrada de La Divina Comedia, trabajo comisionado a Martini por Vittorio Alinari por intervención del solícito Pica. Participa en la IV Bienal de Venecia con los dibujos para “La Secchia rapita”: 38 de ellos comprados por la Galería de Arte Moderna de Roma. En el mes de julio de 1905 comienza a realizar las tablas ilustrativas para los cuentos de Edgar Allan Poe, en las cuales trabajará hasta 1909 y más, inaugurando un período de gran intensidad creativa en el ámbito de la gráfica a fin literario. Conoce y frecuenta el abogado Cesare Sarfatti y la mujer de este, Margherita, activa en el campo de la crítica de arte. La relación será frecuente hasta 1910, después se interrumpirá, por la polémica de Martini hacia el papel de la Sarfatti dentro del Novecientos. En 1912 alentado por Pica, Martini se dedica a la producción pictórica, utilizando sobretodo la técnica del pastel. Realiza las “Sinfonie del sole (L’Aurora, La notte, I fiumi)” y el pastel “Farfalla gialla”. Al estallar el primer conflicto mundial, realiza 54 litografías intituladas “Danza macabra”, a través de las cuales revela su sentimiento antialemán, que impresas en formato cartulina, vienen distribuidas entre los aleados como propaganda. En 1919 vuelve el interés de Martini por el teatro: realiza 84 dibujos en pluma y acuarela colorada y seis tablas en témpera para los vestidos del ballet “Il cuore di cera”, en tal ocasión el artista se ocupa también de la coreografía y del “canovaccio” literario. Vuelve, en vez, en 1923 la idea de Martini del Tetiteatro: un teatro sobre el agua completamente inventado y dedicado, como sugiere el nombre, a la diosa del mar Teti. Desilusionado y amargado por la hostilidad de los críticos italianos, que hacia el final de los años veinte parecen ignorar sus trabajos, Martini se traslada a París donde encuentra amistades bienestantes y numerosos admiradores de su arte. En la capital francesa Martini frecuenta el ambiente de los críticos y de los escritores. Estrecha amistad con Solito de Solis, músico y apasionado del arte, que lo introduce en los salones aristocráticos parisinos. Inicia a pintar “alla maniera nera” realizando obras de impostación surrealista. En 1940 a causa de la precaria situación financiera Martini se ve forzado a volver a Milán. Aquí, en ocasión de la Trienal milanese, realiza el boceto para el tríptico “Battaglia d’uomini e demoni”: con esta obra se empeña a exaltar las conquistas del régimen. Pero al mismo tiempo, sobre todo entre 1935 y 1936, revela su acceso al antinovecentismo a través de la publicación en la revista “Perseo” de dibujos, didascalías y viñetas caracterizadas por una marcada vena satírica. Muere el 8 de noviembre de 1954 en Milán. Deja un testamento espiritual, augurando la institución de un museo donde custodiar las memorias y los documentos del surrealismo italiano.